Anteriormente reflexionamos sobre la importancia de no tomarnos los ataques de forma personal y cómo ello se traduce en nuestra salud mental y espiritual. Sin embargo, el artículo anterior inspira a una segunda parte, pues es muy necesario comentar más sobre el tema, reflexionar en qué aspectos de nuestra persona resuena dicha lectura y sobre todo, tomar las armas que se nos dan mediante la terapia psicológica y la lectura activa. 

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Volviendo al tema eje, reconozcamos que tomar todo personalmente, nos convierte en una presa fácil, atrapandonos o “engachándonos” con una simple opinión, lo que nos alimentan con la cantidad de veneno que otros quieren y deciden, “comiéndonos” la basura emocional de otros y contaminándonos con ello. 

Inmune al ataque

Aprendamos a ser inmunes a ese tipo de ataques, pues cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias, creando conflictos a partir de esa diferencia de ideas, haciendo una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de demostrar que tienes razón y que los demás están equivocados. Todo lo que sientes y haces, solo proyecta tu personalidad, más no es una verdad absoluta, al igual que las opiniones negativas que otros puedan emitir sobre ti; como mencionamos en el primer artículo sobre este tema, hablar sobre otros, nos desnuda más a nosotros mismos que a las otras personas. 

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Lo que dices y haces, tiene que ver con tu historia de vida, por lo tanto, lo que opines de mí o de otras personas que te rodean, viene desde una proyección personal que jamás compartimos con otro individuo. 

Ningún comentario positivo o negativo deberá afectarte, pues no debes basar tu autoaceptación en la aceptación o rechazo que que otros sientan hacia ti; así mismo con lo negativo, pues los ataques, opiniones inquisitivas y otras presentaciones del odio o desaprobación,  están relacionados con la forma en que ellos ven el mundo, no la forma en que tú lo ves. 

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Nada de lo que piensen de mí, estará realmente relacionado conmigo, si no con ellos. El dolor de lo que otros opinan de nosotros, viene de nuestras heridas y opiniones personales. Se crea una película interna, donde los demás tenemos papeles secundarios pero el protagonista será siempre algo como el director, guionista, creador y orquestador de todo. La manera en la que ves esa película, tiene que ver con tus propios acuerdos personales.

Tu punto de vista es personal, no es la verdad de nadie más que de ti mismo; por lo tanto, si te enfadas conmigo, eso está relacionado contigo, yo soy la excusa por la que te enfadas y te enfadas desde el miedo, desde el miedo que tienes que enfrentar ante esa confrontación, un miedo conocido y dibujado desde la niñez, las experiencias de vida y lo que aún siendo adulto, no has sabido o podido resolver, incluso a veces, hablamos de un miedo inconsciente, cuyo origen desconocemos porque no hemos tenido el suficiente trabajo mental y la suficiente introspección para identificarlo. 

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Eliminar el miedo: Felicidad absoluta

Si no tuvieras miedo, no sentirías todo un terreno negativo de emociones, pues si vives sin miedo, le cierras la puerta a estas emociones y si no las tienes, lógicamente te sentirás mejor y cuando eso suceda, todo lo que te rodea estará bien, pues será visto desde una nueva óptica, donde permitas entrar al sentimiento de felicidad, un sentimiento magnífico, donde te amas a ti mismo, te sientes feliz y satisfecho con tu película, estás en paz y eres feliz, vives en este estado de dicha en el que todo es maravilloso y bello, en ese estado de dicha, estableces relaciones de amor con todo lo que percibes. 

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No importa lo que piensen o digan los demás, no lo tomes personal; los demás no deben decirte que eres maravilloso para que tu lo creas, ni tus propias opiniones sobre ti mismo son verdad absoluta, no debemos creer ni lo que hay en nuestra mente, pues la mente puede hablarnos a nosotros mismos con base en información que no siempre es real. 

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Tenemos la opción de escuchar las voces de nuestra mente; nuestra mente puede hablarse y escucharse a sí misma, de la misma manera en que una de tus manos puede tocar la otra. Hay una parte de tu mente que habla y  cuando muchas partes de tu mente hablan al mismo tiempo, sucede el mitote que hemos mencionado antes, donde hay demasiado ruido y demasiados puntos de vista. El mitote es la razón por la que a veces no sabemos qué queremos, cómo lo queremos o cuando lo queremos, no estamos de acuerdo con nosotros mismos, porque unas partes de nuestra mente pone objeciones mientras otras apoyan, no estamos definidos.

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Una toxicidad colectiva

Destapemos los conflictos de nuestra mente para que podamos abordar mejor la vida cotidiana y las decisiones que ésta conlleva. No te tomes nada personalmente, porque si lo haces, te expones a sufrir por nada. 

Padecemos de cierta adicción al sufrimiento, un sufrimiento en distintos niveles y esquemas, ayudándonos los unos a los otros a sufrir. Por ello, si tienes necesidad de que te maltraten, te acercarás a personas que te causen sufrimiento y si te rodeas de personas que quieren ser maltratadas, algo en ti querrá lastimarlos. 

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Buscamos una justificación para nuestro sufrimiento, reforzando a diario esa adicción al sufrimiento. 

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Encontrarás personas que te mientan, pero ello te hará darte cuenta de que tu también te mientes. No esperes que los demás te digan la verdad porque ellos se mienten a sí mismos, por ello tú debes decidir si creer lo que te dicen; logra que lo que hagan o digan, no te dañe, consigue un estado de amplia conciencia que permita reconocer que los demás te mienten, pero que esa mentira no debe importarte, pues el que habla solo es el miedo a que descubras sus verdaderas vulnerabilidades.

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Con esta reflexión, te invito a esperar al siguiente artículo, donde complementaremos los dos anteriores y reafirmaremos algunos temas importantes. ¡Hasta pronto!

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