Primero que nada, hay que mencionar que el asumir o suponer cosas, por regla general nos traerá problemas en las relaciones humanas, pues obstaculiza la comunicación franca y realista, sustituyéndola por un ruido mental que podemos denominar también “mitote”. 

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A menudo suponemos que la pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario decir lo que necesitamos, suponemos que la otra persona hará lo que queremos porque nos conoce y cuando no lo hace, nos sentimos heridos, argumentando erróneamente que la persona debe saber lo que pensamos, sin nosotros haberlo comunicado de manera asertiva. Por ejemplo, nos casamos y creemos que la otra persona ve el matrimonio como nosotros lo vemos, al descubrir que no es así, caemos en una decepción.

No decimos lo que queremos, y suponemos que el otro lo debe saberlo porque “nos conoce”, entonces, cuando la otra persona no satisface nuestras expectativas, se generan disputas y malos entendidos, además de que en este punto, hago mención de los peligros que representa el atribuir facultades sobrehumanas a nuestra pareja, como la capacidad de adivinar lo que otros sienten, quieren o piensan, sin una comunicación clara y concisa, que permita evaluar a la pareja qué es lo que se plantea y si desea o no trabajar para otorgárselo a su pareja. 

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Otros consejos útiles

No asumamos que los demás saben lo que queremos si no lo decimos, pues cuando los demás actúen de manera distinta a lo que nosotros esperamos, nos sentiremos heridos y generaremos un drama haciendo suposiciones y añadiendo otras encima de la suposición anterior.

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En última instancia, es importante asumir nuestra responsabilidad en las relaciones humanas fallidas, por lo que es necesario crecer en el ámbito personal, permitiéndonos emitir una comunicación saludable, que permita expresar lo qué queremos o llegar a acuerdos ante la diferencia de opiniones, de esa manera, nos evitaremos una serie de problemas y angustias innecesarias.

¿Por qué suponemos?

Siempre queremos justificar, explicar y comprender todo. Tenemos miles de preguntas que nuestra mente no puede responder, pero una aparente respuesta, aunque incorrecta, nos puede hacer sentir seguros, por eso hacemos suposiciones. 

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De la mano de estas suposiciones, puedo mencionar el tema de nuestro anterior artículo, en torno a los fenómenos que la psicología no acepta como veraces, es decir, los amuletos, horóscopos, entre otros fenómenos similares, que no son comprobables ni medibles, y que atienden a nuestra necesidad de responder los cuestionamientos que la vida nos genera. Este es otro ejemplo de cuando la suposición o la incesante búsqueda de respuestas, nos lleva a caminos complicados, que no siempre representan una verdad absoluta. 

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Si nos dicen algo, suponemos e igual si no nos dicen nada; la necesidad de saber, reemplaza a la necesidad de comunicarnos y es ahí cuando la comunicación se rompe, esto también ocurre si nos comentan algo que no entendemos. 

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Hacemos suposiciones sobre lo que significa algo y después creemos en ellas, hacemos todo tipo de suposiciones porque no tenemos el valor de preguntar, de aclarar un tema.

La suposición y la comunicación

La mayoría de las veces, hacemos esas suposiciones con gran rapidez y de manera inconsciente, esto debido a nuestros acuerdos previos que permiten comunicarnos de esa forma, entendiendo que hacer preguntas es peligroso y asumiendo que quienes nos aman sabrán qué queremos o cómo nos sentimos, sin nosotros expresarlo puntualmente. Todo ello, nos lleva a un sufrimiento constante, que podemos evitar. 

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Cuando creemos algo, suponemos que tenemos razón, hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones para defender una posición de poder frente a la otra persona. 

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Suponemos que todos ven la vida del mismo modo que nosotros, creemos que los demás piensan sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos; esta es la mayor suposición que hacemos y principal razón por la que nos da miedo ser nosotros mismos frente a los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos harán víctimas y nos culparan como nosotros mismos hacemos. 

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Incluso antes de que los demás tengan oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos; así funciona la mente humana. 

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Hacer suposiciones sobre nosotros mismos, nos crea conflictos internos, así como el creer que somos capaces de algo y luego no serlo, nos subestimamos o sobreestimamos porque no nos hemos tomado el tiempo de hacernos preguntas y contestárnoslas, no nos hemos dado el tiempo de conocernos a nosotros mismos.

En este punto, me interesa recomendarte nuestros artículos respecto a la introspección y el autoconocimiento, mismos que pueden ayudarte a conocer mejor tus características, virtudes y capacidades personales, así como reforzar tu identidad. Dicho esto, te invito a leer nuestro siguiente artículo, titulado “¿Cómo me percibo?”, dónde continuaremos abordando temas sobre el autoconocimiento, desde un ángulo de lectura antigua y filósofica, que puedes encontrar fresca e interesante, complementando nuestros otros artículos sobre el autoconcepto. ¡Hasta luego!

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