A menudo llegamos a escuchar a otros hablando sobre la gran importancia que tiene la infancia, aún en la vida adulta, pues aunque no conozcamos demasiado sobre psicología, nos damos cuenta de que la infancia forja estándares y cimientos importantes para la adultez y el futuro de cualquier individuo. 

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En la actualidad, conceptos como como “el niño interior”, se han difundido de manera masiva en redes sociales e internet, por lo que las personas nos hemos hecho más conscientes de la importancia de atender nuestra salud psicológica y reconocer cuando estamos actuando desde la herida o el proceso traumático. 

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Dicho esto, podemos avanzar hacia una serie de afirmaciones y reglas generales que nos hablan del comportamiento adulto cuando se vivió una niñez con características definidas, bien sean positivas o negativas. 

La repetición de patrones 

Los niños son seres muy susceptibles y propensos a seguir ejemplos de los adultos que los rodean, es decir, si ellos ven una actitud en su padre o madre, la repetirán sin cuestionarse si dicha actitud es beneficiosa o perjudicial para su vida. Por ello es importante que al ser padres de familia, seamos conscientes de temas como la forma de hablar con los demás o sobre ellos, así como el trato físico que les damos. 

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Más tarde, en una infancia más avanzada, debemos tener cuidado con las rutinas que seguimos en torno a disciplina, hábitos alimenticios y momentos de ocio, así como rutinas de sueño y ejercicio, pues tendremos hijos más conscientes, pero igualmente susceptibles a seguir nuestro ejemplo.

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Más tarde, en la etapa adolescente, se vive una crisis existencial propia de la edad, que aunada a una vida familiar violenta, puede generar adultos que empleen la violencia como forma de vida y por lo tanto, si no se llega a elaborar este rubro psicológico, puede llevar a la búsqueda incesante de la repetición de una vida de la que fueron víctimas durante la infancia. 

Ser conscientes y elaborar el pasado

Como mencionamos anteriormente, nuestra vida familiar e infancia, pueden determinar una serie de conceptos que forjarán la vida adulta; no solo en el rubro de la repetición de patrones, si no en temas de autoestima, autoconcepto, límites sanos, lenguaje corporal y muchos otros de los que no somos conscientes, si no hasta que buscamos una asistencia psicológica o hasta que estos esquemas de vida resultan dañinos para nuestras relaciones futuras o nuestro desarrollo personal. 

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Los primeros pasos para elaborar o combatir conceptos que ya no sentimos necesarios ni positivos para nuestra vida adulta, es recapitular nuestra vida, dar cuenta de todo aquello que repetimos sin cuestionarnos su origen o su función en nuestras vidas y optar por una atención psicológica que nos permita explicarnos de manera personalizada los temas que hoy por hoy pueden causar conflicto en nuestro diario vivir, así como traer al presente situaciones del pasado que podemos tener almacenadas en el inconsciente, al tiempo que trabajamos o enfrentamos dolores de la niñez que pudieron hacernos daños en su momento y cuyas cicatrices persisten hasta nuestra vida adulta.

Reconociendo patrones y heridas de infancia en otros

Una vez realizado este proceso de autoanálisis, podremos comprender mejor los comportamientos de otras personas y explicarlos desde la psicología, entendiéndolos como reacciones normales a vivencias de su infancia y su vida adolescente. 

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Es importante ejercitar la empatía hacia los demás, pues aunque mediante la lectura, podamos fortalecer el autoconocimiento, no estamos exentos de repetir patrones de comportamiento similares al resto de las personas y reaccionar ante situaciones negativas, de conflicto o que puedan generarnos sentimientos de depresión.

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Una vez que el rubro de la empatía y el autoanálisis, estén trabajados dentro de nuestra personalidad, seremos capaces de desarrollarnos de manera más certera y saludable durante la vida, pues comprenderemos el actuar de los demás desde sus heridas emocionales y los espacios a trabajar que existan dentro de su personalidad, mientras que seremos capaces de reconocer nuestras áreas de oportunidad y los avances que hayamos tenido a lo largo de nuestro desarrollo personal. 

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Para finalizar, te hacemos énfasis nuevamente, en la importancia de una asistencia psicológica constante, que te permita acceder a nuevas herramientas del rubro emocional, personal y sobre todo, alcanzar un desarrollo humano real y medible. Pues la infancia en sí, es solo un tema del vasto mundo de la psicología y la mente humana. 

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