En el contenido anterior, hablamos sobre diversos temas relacionados con la autorrealización y el trabajo personal, hablamos sobre la importancia de dar nuestro máximo esfuerzo en el día a día; además de que no caigamos en un reducido máximo o en un máximo tan alto que nos lleve a la autolesión, pero: ¿Por qué es importante continuar hablando de esto? 

Porque hablaremos más sobre dar nuestro máximo en el día a día, redefiniendo conceptos erróneos que podamos considerar en torno al tema, además de continuar destacando rubros complementarios del artículo. 

El máximo esfuerzo, compañero de la autoestima

Reflexionemos en torno a cuando haces menos de lo que puedes hacer, y entonces se genera un fuerte y peligroso sentimiento de insuficiencia, sometiéndote a frustraciones, juicios culpas o reproches hacia tu persona.

‍

Al no trabajar el mecanismo que nos lleva a máximo esfuerzo (mismo que bien puede ser una depresión o un tema de autoestima), o no aprender a fortalecernos en el sentido de la autoestima y autoconcepto, persistiremos en una mecánica patológica y por lo tanto, lidiaremos constantemente con sentimientos de desaprobación y desvalorización hacia nosotros mismos; por lo tanto, si has llegado a sentirte de esa manera, es importante pedir ayuda. 

‍

Limitarte a hacer lo máximo que puedas en cualquier circunstancia de tu vida, sin importar si estás enfermo o cansado, te ayudará a obtener mejores resultados en cuanto a tu desarrollo personal; esto te ayudará a no juzgarte en modo alguno, y si no te juzgas, no te harás reproches, culparás o castigarás en absoluto. Este es un consejo saludable, que te ayudará a resolver un esquema erróneo en el que puedas estar cayendo. 

‍

Si haces siempre lo máximo que puedas, romperás esquemas negativos a los que estás sometido, aprenderás a lograr tus metas, creer en ti mismo y generarás el hábito de ser sumamente productivo, logrando una satisfacción importante para contigo mismo y  por lo tanto, mejorando tu autoestima. 

Historias que inspiran 

Había un hombre que quería trascender su sufrimiento, fue a un templo budista para que un maestro le ayudara, se acercó a él y le dijo: “Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?” El maestro lo miró y le respondió que sí meditaba cuatro horas al día, lo conseguiría dentro de 10 años. Entonces, el hombre le dijo que si meditaba 8 horas al día, ¿en cuánto tiempo lo lograría? Entonces, el maestro respondió que al meditar ocho horas al día, iba a tardar 20 años en alcanzar la iluminación; por ello, el hombre le preguntó que por qué se iba a tardar más, si iba a meditar más y el maestro le dijo:  “No estás aquí para sacrificar tu alegría, ni tu vida, si no que estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar.  Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de la vida” 

‍

El mensaje de la historia anterior, es que hagas lo máximo que puedas y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites o te esfuerces por cualquier otra causa, puedes vivir, amar y ser feliz. 

‍

Reflexiones finales

‍

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad, serás productivo y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad; pero la acción es la que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas. Hacer lo máximo que puedes, significa actuar porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. 

‍

La mayor parte de las personas, hacen exactamente lo contrario; es decir, sólo emprenden la acción cuando esperan una recompensa y por lo tanto no disfrutan de ella. Ese es el motivo por el que no hacen lo máximo que pueden. Por ejemplo, la mayoría de las personas van a trabajar y piensan únicamente en el día de pago y en el dinero que obtendrán por su trabajo, están impacientes esperando a que llegue el viernes o sábado o el día en que reciben su salario y pueden tomarse horas libres. Trabajan por su recompensa y el resultado es que se resisten al trabajo. Intentan evitar la acción, ésta entonces se vuelve cada vez más difícil.

‍

Esos hombres no hacen lo máximo que pueden, pero trabajan muy duramente durante toda la semana, soportan el trabajo, soportan la acción; no porque les guste, sino porque sienten que es lo que deben hacer. Tienen que trabajar, porque hay que pagar el alquiler y mantener a su familia, son hombres frustrados, y cuando reciben su paga no se sienten felices, tienen dos días para descansar, para hacer lo que les apetezca ¿Y qué es lo que hacen? Intentan escaparse, se emborrachan porque no se gustan a sí mismos, no les gusta su vida. Cuando no nos gusta como somos, nos herimos de muy diversas maneras.

‍

Todo esto se relaciona que debemos vivir conscientemente nuestro día a día, enfocarnos hacia lo que nos gusta y nos llena, conjugándolo con el esfuerzo diario. No debemos llegar a un punto de estar tan disgustados con nosotros mismos o nuestra vida, que debamos escapar de manera simbólica, mediante la adicción o la distracción insana en general. Cultivemos una claridad mental basada en el verdadero autoanálisis y vivamos de manera positiva cada día de nuestra vida. 

‍