Basándonos en una lectura de carácter filosófico es que presentaremos este interesante artículo, donde buscaremos reforzar el concepto que tenemos de quienes somos, al tiempo que pensamos y analizamos qué cuestiones debemos pulir de nuestra personalidad, ahondamos en los defectos que tenemos o los castigos que ejercemos sobre nosotros mismos. 

‍

Es importante reforzar la percepción y autoestima que nos caracteriza, pues aunque la vida es un terreno hermoso, lleno de experiencias positivas, también representa cierto “reto”, el vivirla, un reto mental que permita liberarnos de ataduras emocionales y nos ayude a crecer de manera personal. 

El miedo, la aceptación

Hemos aprendido a vivir intentando satisfacer a otros, según sus puntos de vista, tememos no ser aceptados por una sociedad que impone imágenes perfectas, que nos lleva a un eterno tratar de ser lo suficientemente bueno, buscando que otros nos acepten, tratando siempre de complacer a los demás, especialmente a los que nos aman como papá y mamá, hermanos.

‍

Aunque la presión social es sumamente fuerte, debemos reforzar nuestra autenticidad e identidad como individuos, trabajando en una genuina autoaceptación que nos permita reconocernos como seres humanos con un abanico de virtudes, pero también de defectos, defectos que debemos trabajar cuando comprometen nuestra salud mental, nuestra vida laboral o nuestra vida familiar, pero será importante no caer en una autoexigencia excesiva, que se traducirá en seres con una pobre autoestima, los cuales se sentirán insuficientes sin importan los resultados de sus mecánicas de vida, pues no estaremos hablando de los resultados y la satisfacción que generan en nuestra vida, si no en una incesante búsqueda de valor en lo que hacemos y no en quienes somos. 

‍

El autorechazo y otros sentires

‍

Cuando damos cuenta en que no encajamos esa imagen de perfección, que por supuesto, es irreal, nos rechazamos y la cantidad de rechazo que podamos sentir hacia ese “fracaso personal”, estará relacionado con nuestra particular historia de vida y cómo fuimos criados por nuestros padres en el ámbito de la autoexigencia. El no perdonarnos por esa “imperfección”, nos puede hacer sentir falsos, frustrados o deshonestos, nos puede hacer sentir poco merecedores de la vida que tenemos o insatisfechos con el camino que hemos recorrido, dando pie a ciertas crisis existenciales que nos alejen de una autoestima saludable. 

Las máscaras como mecanismos de defensa

Una vez que suceden esta serie de sentimientos, seguirá el intentar ocultarnos para disimular esa “vergüenza” que nadie más percibe y que realmente solo está en nuestra cabeza , fingiremos ser lo que no somos mediante una máscara e intentaremos ocultar nuestros verdaderos sentires, buscando ser más “fuertes” ante otros jueces, que bien pueden encontrarse en nuestro círculo más cercano, como en amistades cercanas o en cualquier persona. 

‍

Lo anterior, dará como resultado un sentimiento de falta de autenticidad, dando lugar nuevamente a la máscara, pues no olvidemos el miedo a que descubran que no somos quien pretendemos. 

‍

Nos deshonramos e incluso llegamos a dañar nuestro cuerpo para que otros nos acepten, para complacer al mundo exterior de forma desmedida, sin trabajar el mundo interior, que es lo verdaderamente importante. Este es un tema que tocamos hace un par de artículos, donde hablamos sobre la dignidad y la autoestima saludable. 

El maltrato

Siguiendo sobre esta misma línea, nos castigaremos por no ser lo que queremos y utilizaremos circunstancias o personas para ejecutar ese maltrato. Nos juzgamos de manera tenaz y buscamos de inconscientemente ser juzgados, buscamos ser víctimas y lograr que otros nos maltraten por un autocastigo innecesario, que solo perpetúa el mal sentir y nos aleja de la acción para resolver el verdadero problema. 

‍

La lectura reflexiona sobre que en nuestra naturaleza nadie nos maltrata más que nosotros mismos, el límite que toleramos de maltrato de otra persona, es el mismo al que nos sometemos nosotros mismos; si alguien te maltrata un poco menos de lo que sueles maltratarte tú, seguramente te quedarás en esa relación y la tolerarás una serie de actitudes o vivencias con los que no te sientas cómodo, pero sí acostumbrado. 

‍